Rotundo fracaso
El mal gobierno de la alternancia de Toño Gaspar, le falló a la gente
Aquiles Valla Dagga
El alcalde de Chilpancingo, a dos años de su gestión, está reprobado. Por más que manda a hacer sus encuestas, le pasa lo de la bruja malvada que todos los días le preguntaba al espejito, quién era la más bonita. De modo que en todas las encuestas que se hacen, está reprobado y 7 de cada 10 chilpancingueños lo reprueban y repudian su gobierno.
Consultoras políticas, desde Elección & Campaign, Massive Caller, Berumen y Asociados, Mitofsky, Demotecnia, hasta los Spin Doctor, reprueban la gestión de Gaspar en todos sus rubros: servicios públicos, paridad de género, seguridad pública, salud, educación, desarrollo económico y en atención a la pandemia del Covid 19, donde cometió muchas barbaridades.(¿se acuerdan de los túneles de santitización que la Secretaría de Salud Nacional desaprobó?).
Todas las voces coinciden: el Gobierno de la Gente, que surgió de la primera alternancia política en el municipio de Chilpancingo, ha sido y es un rotundo fracaso.
Quizá donde no se pongan de acuerdo, es en la causa, pues el ejercicio de gobierno, es no sólo administrar, sino también enfrentar (los retos), construir y concertar. El ejercicio de gobierno requiere de altura de miras, compromiso con la sociedad y visión de futuro.
Nada de eso hubo en el equipo de Toño Gaspar, quienes a dos años de Gobierno Municipal, no sólo no cumplieron con los compromisos que se comprometieron ante los diversos sectores sociales, sino también en las políticas públicas que debieron poner en práctica y que se suponen, iban a detonar a Chilpancingo como una metrópoli y reposicionarlo como la cuna de Los Sentimiento de la Nación, donde nació la patria.
No nos queda decirlo ni nos agrada, Chilpancingo es de las peores capitales de la República y nada hizo Toño Gaspar y su pésimo equipo para cambiarle el rostro, ninguna obra de impacto, bueno, ni los parches de las calles, las cuales todas están partidas. Hasta el bacheo abandonó para no gastar.
A Toño Gaspar, se le da mucho repartir culpas, y lo hizo en un principio al estilo de López Obrador y hasta instaló un remedo de “La Mañanera”, para hacer un soliloquio que ni los empleados de la alcaldía, ni su personal de confianza se dignaban a seguir, ver y escuchar. Pero sí eran obligados a compartir, dar like y hasta comentar.
En el primer año de su mal gobierno, al que por navegar en su precariedad y sus miserias, lo llamaron el #Gobierno indigente, se puso a lloriquear como un niño cuando le quitan su juguete y a señalar que le dejaron una alcaldía con muchos aviadores y que se comprometía a limpiarla, a despedirlos. La cifra que dio es que eran más de 3500 y que ya había despedido a 500 y él seguía metiendo gente, incluso familiares, compadres y amigos que cobran en la nómina.
Lo que Gaspar no dijo, es que él había sido parte de los gobiernos pasados, que él mismo no había dicho nada contra los aviadores, porque eran de su otrora partido, el Revolucionario Institucional. Se desempeñaba como síndico.
Un día, de ese primer año, para poder justificar su incapacidad para gobernar y en medio de frecuentes paros laborales, convocó a una conferencia de prensa donde cometió un lapsus brutus pendejus bocus, y soltó: “si para que fluyan los recursos para el ayuntamiento de Chilpancingo, me hago un lado y si se quiere que venga uno de Morena, con todo gusto me quito”.
Él mismo demostró que no estaba capacitado para gobernar, y los sabían los sindicatos de trabajadores, porque a pesar de que todas las tribus del PRD le impusieron un equipo de trabajo, no supo hacer equipo, no sabe trabajar en equipo y al primero que corrió, fue al director de Asuntos Políticos, Julio César Aguirre Méndez, quien le estaba ayudando a desactivar los conflictos. Como buen autócrata, le gritó en una reunión de cabildo y lo despidió indignamente, cuestión que el ex senador de la república aceptó en buen decoro, intuyendo que era mejor desprenderse a tiempo, para no ser parte de un gobierno que iba al fracaso.
Cabe recordar, que el presidente que le antecedió, Marco Antonio Leyva Mena (MAL), le dejó un recurso por más de 18 millones de pesos, es decir, no le dejó las arcas vacías. Ello para terminar varias obras pendientes, sin embargo, no se sabe del paradero de ese recurso, pues las constructoras que hicieron las obras le están demandando el pago que se niega a reconocer de manera institucional. Por esa manera de desaparecer el dinero, a Gaspar lo tildan de “El Mago Gaspar”.
También se debe de recordar, de que para poder pagarle a sus “padrinos” que le patrocinaron su campaña, Gaspar desesperado empezó a buscar de donde sacar recursos e ideó hacerlo de los empresarios a los cuales les había prometido “Desarrollo Económico y Progreso para la gente”, con un programa de incentivos en la inversión, sin embargo, lo que recibieron fueron acosos y extorsión, sobre todo en los giros rojos y llamados “antros”, que si bien estaban obligados a cerrar a las 2 de la madrugada, estos cerraban y esperaban que la clientela terminara su consumo. Por 15 o 20 minutos que se pasaban, le imponían multas hasta de 3 mil pesos.
El caso más patético es el haber obligado a los agentes de tránsito a meterse en una carrera de infracciones con los ciudadanos, por cualquier motivo, quitarles el mayor número de placas, a cambio de un porcentaje del costo como recompensa. Fraguaron el peor atraco al ciudadano. Incluso con una empresa privada que cobra miles de pesos por el arrastre que hacen sus grúas de autos que prácticamente secuestran. Actúan en abierta impunidad.
Antonio Gaspar -lo dicen sus cercanos colaboradores- ha expresado que “ser alcalde ya no es negocio”, con lo que revela su clara intención, de que es de los políticos que no llegan al poder para servir, sino para servirse.
Debe anotarse que el Desarrollo Económico de Chilpancingo, centrado en actividades de servicios y comercio, no ha experimentado avance alguno en la capital del estado, ni se promueve el consumo de lo nuestro, por el contrario, se abrieron durante el gobierno de Gaspar la proliferación vertiginosa de los Oxxos, dejando en claro que la administración municipal no ha sido promotora de actividades económicas importantes que empleen a los chilpancingueños y que coadyuven a mejorar las condiciones de vida.
En ello, tampoco han sido incentivados los empresarios, cuya situación vino a ser más complicada por la pandemia del Covid 19 y no se cuenta en el ayuntamiento con un plan claro de ayuda para la recuperación y la reactivación económica.
El alcalde de marras, en su fijación por el dinero -para comprarse más casas, como lo está haciendo-, empezó a promover el pago del predial, el cual ofreció a una empresa privada administrarlo, a efecto de recaudar más y más, modificó las zonas en que se divide la ciudad y aumentó el porcentaje hasta en mil y tres mil por ciento. Quienes pagaban 3 mil y ocho mil pesos, les impusieron pagos de 17 mil y a otros de 60 mil y 70 mil pesos. Un verdadero golpe a la precaria economía de los capitalinos.
Y por si fuera poco, ofreció la rifa de un auto para los que pagaran a tiempo el predial, emulando a AMLO con su rifa del avión. Nunca se supo dónde quedó ese auto, dejando en claro otra de sus tantas patrañas.
El problema del agua, ha sido la promesa de siempre y uno de los males que aquejan a la sociedad capitalina, porque no ha encontrado una solución viable y siempre pregona la posibilidad de privatizarla vía entrega de la Comisión de Agua y Alcantarillado de Chilpancingo (Capach), toda vez que ha aumentado de 2 millones a 25 millones su adeudo ante la CFE que surte la energía eléctrica para bombearla.
Legisladores le han pretendido ayudar, incluso, el partido que lo llevó al poder, el de la Revolución Democrática, han hecho exhortos a la CFE y su titular Manuel Bartlett Díaz, para que le condonen el adeudo y le han contestado que no, por lo que no prospera su gestión. Es decir, Toño Gaspar no tiene interlocutores nacionales y el propio Obrador señala constantemente, que no va a acudir al rescate de ningún municipio en quiebra, como lo tiene Gaspar hoy en día a Chilpancingo.
Como lo hemos señalado, pese a que fue miembro de administraciones atrasadas que les autorizaron conquistas laborales a los trabajadores, Gaspar hoy no las quiere respetar y se la ha pasado no solo reteniendo los salarios de los trabajadores, sino también escamoteando las prestaciones, de tal suerte que continuamente le toman la alcaldía.
Algo que causo impacto y enojo en los gremios de los trabajadores, es la actitud porril que asumió al mandarles esquiroles para que le rompieran sus paros laborales de manera violenta, usando a un grupo de comerciantes y taxistas.
También fue motivo de irritación la muerte de un trabajador de Protección Civil, a quien no le había pagado el seguro de vida, cuando sabe que todos ellos corren riesgos inminentes al cumplir su labor de salvamento y protección de vidas en la ciudad y en el campo.
El recuento de los daños causados por el mal gobierno de Toño Gaspar, son muchos. Emborronaríamos muchas cuartillas para describirlos. Este gobierno de la alternancia resultó peor que los que les antecedieron. Ni siquiera MAL se portaba de esta manera y con tanta ambición por el dinero.
A muchos molesta su grado de hipocresía, porque no tiene congruencia, ni empacho en jurar a Dios en vano. Se esconde en la religión como coartada para hacer creer su verborrea pregonando “amor por Chilpancingo”.
Los capitalinos tenemos un alcalde pusilánime, un alcalde desalmado (que no tiene alma), que se convierte en un animal astuto, en una criatura hábil, decidida a autopreservarse, experta en el juego donde todo lo convierte en competición.
Y todavía va por la reelección, que para eso se ajustaron las leyes.
Pobre de Chilpancingo, pobres de nosotros.